La mayordomía es el reconocimiento de Dios como dueño, es
tener la convicción de que todo lo que tengo, todo lo que soy le pertenece a Él.
Somos administradores y debemos dar cuenta de la manera como administramos, los
talentos, tiempo, templo y los recursos de Dios.
Algunas iglesias no están muy claras con este tema de la
mayordomía porque solo la encasillan en el dinero, pero en realidad desde un
punto de vista muy marcado la mayordomía es todo.
Algunos han llegado a la conclusión de que Dios no
necesita dinero y por eso no son fieles, y es cierto Dios no tiene esa clase de
necesidades. Pero la obra del Señor sí debe contar con recursos financieros, y
tratándose de una obra a cargo de seres humanos, y en este mundo, sí son
necesarios estos recursos. Sin embargo, la mayor parte de obra del Señor no se
hace con recursos materiales, sino espirituales. Uno puede participar en la
obra del Señor de varias maneras. Dos de ellas son: a) Trabajando uno mismo
como recurso humano de Dios, y b) apoyando material, moral y espiritualmente a
quienes trabajan en la obra de Dios. Participar en el proyecto salvador de Dios
en el mundo, o sea ganar almas para Cristo, es un gran privilegio. Ninguna
empresa en el mundo tiene más importancia y trascendencia que la del reino de
Dios. La carta del apóstol Pablo a los Efesios, explica que uno de los
propósitos para el que fuimos creados por Dios es para alabar su nombre (Efe.
1.6). Alabar significa dar honor a Dios, honrar al Señor. Una de las maneras en
que honramos a Dios es con nuestros bienes. Proverbios 3. 9, 10 dice: Honra a Jehová con tus bienes y con las primicias
de todos tus frutos; entonces tus graneros estarán colmados con abundancia y
tus lagares rebosarán de mosto. Nuestros diezmos y nuestras ofrendas son un
acto de adoración a Dios porque con ellas honramos su nombre.
Con aprecio
Alex Lizardo
Atinado comentario líder. Muchos tienden a creer que mayordomía solo se refiere a dar dinero para la iglesia, sin embargo va mucho mas allá de eso. Tal y como usted afirma, es reconocer a Dios como dueño, no solo de i, sino de todo lo que tengo. Bendiciones.
ResponderEliminar